jueves, noviembre 04, 2010

Filosofía de sobremesa I

La teoría de la cucharilla sucia del lavavajillas

Esta es una historia que no empieza con “érase una vez…”, porque sucede desde tiempos inmemoriales y sigue sucediendo día a día.

Es tan antigua que sucede desde antes de que se inventara el lavavajillas. ¡Pero qué digo!, sucede desde antes de que se inventaran las cucharillas. Desde que los hombres usaban taparrabos y las mujeres tapa… y las mujeres bikini tipo "Los Picapiedra".

De hecho, al ser muy antigua, se han utilizado diferentes maneras de expresar la teoría, todas con la misma esencia. La tendencia actual, mía, como heredero de esta larga tradición oral jamás escrita (hasta hoy), es la de la usar una cucharilla y un lavavajillas para explicarla.

La teoría es la siguiente:

  • Suele pasar, y no depende de la marca de lavavajillas, que por mucho empeño que pongas, SIEMPRE se queda una cucharilla llena de tropezones de comida y desechos en general.
Es como si esa cucharilla atrajera la “mierda”, con perdón.

Te preguntas: “¿por qué coño está cucharilla tan pequeña, qué digo pequeña, ínfima, tiene tanta mierda? ¿Es que no se va a lavar bien nunca?”.

La realidad es que no siempre es la misma cucharilla la que se queda llena de restos y tienes que volver a lavar. Suele rotarse.

Ahí es donde está la analogía con la vida real que luego explicaré.

Pero eso no es todo, los más observadores ya habrán descubierto el quid de la cuestión, por si acaso, lo voy a revelar: amigos, agárrense... EL RESTO DEL LAVAVAJILLAS ESTÁ LIMPIO. Sobretodo alrededor de la cucharilla.

Entiendo que hayan pasado algunos minutos desde que leísteis esa revelación, ese axioma de la vida que es el efecto que esa cucharilla llena de restos de comida tiene sobre el resto del lavavajillas.

Efectivamente. A veces, en la vida, te toca ser esa cucharilla llena de mierda que hace que el resto de los cubiertos, ollas, cazuelas… no importa la condición, ni lo buenos ni malos (sucios o limpios), que hayan sido antes de entrar en el lavavajillas, parezcan limpios a su lado.

Unos estarán más limpios que otros, pero la realidad es que al lado de esa simple cucharilla, parecen impolutos.

Así es la suerte. Así de cruda. La realidad es, y esto es de lógica aplastante, que toda la mierda que recoge esa cucharilla no la han sufrido el resto. Me explico: si había todo eso para repartir entre todos, la cucharilla ha evitado que se repartiera. Le ha tocado todo al mismo.

Mira a tu alrededor, siempre hay alguna cucharilla cogiendo mierda por ti. Y ya llegará el día en que te toque ser cucharilla. Es pasajero, aleatorio. Se pasa de uno a otro como el “tú la llevas” de los niños.

¡Arriba las cucharillas! Son los mártires del azar, los sufridores de lo impepinable. Gente como tú y como yo que ese día le ha tocado ser cucharilla.

Hacen un bien por la sociedad sin darse cuenta.

Atención, ser cucharilla no es gracioso, puede ser una putada máxima. Pero lo que hay que sacar de todo esto es que el papel de cucharilla en el lavavajillas de la vida es pasajero.


Nota del autor: después de esta frase tan lapidaria y tan seria, lo mejor era acabar así. Sin más.

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