viernes, diciembre 31, 2010

HiStOriAs dE La HiStOriA (VI)

Muchos de ustedes se preguntarán, ¿quién fue realmente Murphy?, el de las leyes. Bien, pues es un enigma a punto de resolverse.
Mucho se ha escrito sobre este personaje de la historia. Webs, foros, blogs… pues nada de lo que dicen es cierto. Su verdadero nombre era: Joe McUrfy III, alias Murphy.
“Fue el último superviviente de una saga de filósofos de Winnipeg, Manitoba (Canadá). Vivió y murió en su Winnipeg natal dando forma a las enseñanzas transmitidas por tradición oral en su familia, emigrantes irlandeses de principios del siglo XVIII. Como todos los McUrfy, su trabajo era el de sepulturero. Esto le hizo comprender el lado más pesimista de la vida: al final, todo el mundo tiene un sepulturero que le cava el hoyo.
El lema de su familia era: vive, y entierra al morir. Desde niño se dio cuenta de que tenía un don para la síntesis. La tradición oral de su familia (no sabían escribir), recogía multitud de chascarrillos de la época, todos ellos matizados por el humor negro de los sepultureros de toda la vida. Él fue capaz de cogerlos todos, darles forma y buscar a alguien para escribir sus leyes.
Joe siempre tuvo aires de grandeza y pensaba que estaba destinado a hacer algo grande. El día que tuvo que cavar la tumba del elefante más querido del circo de Winnipeg, tuvo una revelación. No sólo porque fuera lo más grande que había hecho en su vida, sino porque se dio cuenta de que sus aires de grandeza acababan siempre en el mismo sitio: a dos metros bajo tierra.
Se prometió a sí mismo que nunca volvería a cavar tan profundo y dejó el oficio familiar para dedicarse a la apicultura. Entre las abejas, y sucesivos fracasos como empresario de la miel, fue pasando sus últimos días hasta que se vio en su cama esperando la extremaunción. Fue entonces cuando recordó que había algo en su vida que siempre quiso hacer: escribir la tradición oral de su familia.
Como si de un robot se tratara, entre sueños y delirios, dictó a un notario sus grandes frases, a las que llamó Leyes.
El notario, aún siendo notario por oposición, era de Winnipeg. Esto propició un error: en vez de escribir “Las Leyes de McUrfy”, le bailó una “c”. Bien es cierto que la dicción del bueno de Joe era como la de un tartamudo con la lengua más gorda de lo normal, pero lo cierto es que fue lo único que el notario no entendió.
Es por esto que se llamaron “Las Leyes de Murfy”.
Posteriormente, con el paso de los años, se le dio ese toque aristocrático que no tenía y se le puso Murphy. Los ingleses le nombraron Lord… etc, etc.”

1 comentario:

Zola dijo...

Esto es acojonante. El otro día, volando a KAzakhstan, se me sentó un tío al lado y se me pone a hablar (me había oído hablar en español).
- "Hola, qué tal? Español?"
Y yo:
- "Ah, hola. Bien. Sí, y usted?"
- "Yo canadiense, de Manitoba".

Increíble! Sería pariente de Murphy??
Joder, si ya decía yo que sabía algo de ese lugar.... claro, de cuando estuve buscando para el relato este!!
jajaja

Me río sólo. Estoy fatal :P

(El autor)