Son las 8 de la tarde. 8pm para una mitad del mundo y 20:00
para la otra. Para mí, si te digo la verdad, son las ocho. Eso de las veinte…
no me acaba de cuadrar. Y eso que yo soy un tío muy metódico… bueno, más que
metódico, cronológico. Sí, me gusta hacer las cosas a su debido tiempo y
entiendo que hay que hacer unas cosas antes que otras. Por ejemplo: abrir la
lata de guisantes antes de comérmelos. O, yo qué sé… cerrar los ojos antes de
entrar en los túneles por los que paso en mi curro.
Pero bueno, el caso es que… joder, estaba tan pancho
quedándome medio dormido en mi butaca de orejas que tengo en la salita de estar
y… “pum, pum, pum”… un sonido rítmico que venía de… de abajo. ¿La vecina? Y
esos golpes… me da a mí que le pasa algo. Claro, yo no puedo evitar poner la
oreja. Sí, tengo ese defecto, de los pocos confesables: soy cotilla. Muy cotilla.
Pero de los de antes, de los sanos. Si hay que levantar un rumor… se levanta.
Si hay que comentar, se comenta. Pero claro, eso lo hacía algunas veces con
Felisa, cuando nos cruzábamos bajando la basura (el primer martes de cada mes)
o subiendo la compra (también el primer martes de cada mes)… alguna vez me he
equivocado de bolsas y… vaya mes he pasado de hambre. ¡A ver quién baja a
cambiar las bolsas y reconocer que se ha equivocado! ¿Con el portero mirando?
(siempre está mirando), pues no.
A lo que iba, que puse la oreja y me pareció oír un bombo.
¿Un bombo? Y unos gritos… y aplausos… pero, “¿qué está pasando?”, me pregunto.
No pude evitar bajar a preguntar.
La vecina, que parece que tiene un sensor, justo abrió la
puerta antes de que yo llamara, y salía… bueno, pues como viene siendo su forma
habitual… vestida de “aquella manera”.
Lo que pasa es que en este caso iba extrañamente conjuntada. No sé por qué,
pero tenía una bandera de España pintaba en la cara y una camiseta de roja puesta.
Un momento, ¿es la de la Selección?
- “¡¡Hola Antón!! ¡¡Qué alegría!! ¡SOMOS CAMPEONES
DEL MUNDO!”
- “Vaya, vecina, no sabía que te habías enterado
de que participé en Concurso Mundial de Esculturas con Chapas inscribiéndote
en mi equipo… ¡pero lo que nunca pensé es que ganáramos!, ¡si hice una banderilla!”
- “Antón, perdona que te diga esto así pero… ¿qué coño
dices de chapas?, ¡qué hemos ganado el Mundial de fútbol!”
- …(disimulando…) “¡AH, eso!, sí, claro. ¡Ya!...
¡Qué alegría!... ¿no? ¡Habrá que celebrarlo!”
- “¿Te quieres venir conmigo a la fuente a
celebrarlo?”
- “¿Te refieres a meternos dentro? Bueno, hoy no
me tocaba mojarme…”
- “O lo que se tercie"
- “…”
- “VENGA, ¡que hay que ir a la calle a celebrarlo!”
- “Pues me apetece mucho pero… tengo que terminar
de hacer una cosa que estaba haciendo en casa y… ahora te alcanzo si eso,
¿vale?”
- “…”. “Como veas”
Volví a casa.
¿Cómo puede ser que sea la única persona de la tierra que no
se ha enterado de la final del Mundial? Pufff… tengo que empezar a sociabilizar
más. Tendré que volver a contratar el ADSL para conectarme porque… así no voy a
ninguna parte.
Bueno, también podía haberme ido a sociabilizar con la
vecina pero… ¡si no sé ni quién ha marcado los goles!
De todas formas, ya lo decía mi madre: “Antón, hijo mío… sal
un poco, diviértete. Pareces una avestruz, todo el día con la cabeza bajo
tierra”. Y acabé conduciendo metros. No si… mi madre era una visionaria. Una profeta. El caso es que me gusta mi
trabajo. Me gusta tener la cabeza bajo tierra aunque no soporte la oscuridad y
solucione mis penas con alcohol… Pero también es cierto que vivo demasiado
aislado. Tengo que encontrar gente para hacer algo.
Primero fue lo de mi cumpleaños, luego lo del Mundial… y
encima con este diente que me han puesto que no es el que correspondía. Me
parece que me lo voy a poner de oro y le van a dar a todo el mundo por… bueno,
siempre puedo ponerme el que lucía el abuelo. Para algo que me dejó en herencia…
menos mal que no lo fundí como decía todo el mundo.
Menudo espectáculo fue aquello. Leen la herencia en el
notario y pone: “Yo, Sisebuto Ayún, dejo en herencia a mi nieto mi canino-premolar
de oro. Y autorizo mi exhumación para llevar a cabo mi última voluntad”. Joder,
¡pero es que nos dimos cuenta en ese momento que el abuelo no quería ser incinerado!
Si no habría dicho “autorizo que se me tamicen las cenizas para encontrar mi
diente de oro en la urna y dárselo a mi nieto”. Yo siempre pensé que cuando te
incineraban se quemaba todo y… se derretía todo. Pues nada que, efectivamente,
en la urna estaba el canino-premolar de oro… el marcapasos, el catéter y un
tornillo que… coño, el tornillo que le causó la muerte. Es lo que tiene, tener
78 años y que te dé por cumplir sueños de juventud. Y es que, mi abuelo,
siempre quiso ser faquir. Pero no estaba preparado para eso. Por más libros que
se leyó y por más que se concentró, no pudo superar la iniciación. Y mira que
se lo dijimos: “abuelo, que eso de los faquires ya no se lleva, que es mejor
que te hagas indignado o algo así”. Pero el tío, cabezón como él solo, encontró
dónde guardábamos los clavos, las alcayatas y los tornillos y se puso a
practicar.
Y oye, no se salió mal. En sus siguiente deposiciones
(cagadas, vamos) fue soltando un clavo, dos alcayatas y… cuando creíamos que ya
estaba todo… falleció. ¿La causa?: un tornillo que no quiso salir a tiempo.
Rarezas que tienen las personas mayores. Pero, el caso es
que tengo mi diente de oro para podérmelo implantar… y es casi como el que me
falta o, a malas, le puedo dar forma. El abuelo dijo que era un canino-premolar… pero es que él no tenía
suficiente hueco y este cumplía las dos funciones, porque eso no existe.
Pues nada, decidido. Tengo que volver a la vida real: voy a
usar internet. Me voy a buscar un club de “DYCadictos” y, a lo mejor, hasta
empiezo a saludar cuando me cruce con la gente. Y eso que yo creo que tengo
gancho para las relaciones personales… llevo gente de un lado para otro. Cuando
van yo ya he vuelto y, además, el que se deja llevar por mí suele repetir. Es
lo que tiene ser conductor de metro, estás en el mismo sitio con mucha gente
muchas veces pero no tratas con ellos nunca.
Pero, ¿quiero tratar con ellos? Voy a empezar por colocarme
el diente del abuelo, cada cosa a su tiempo que, como he dicho antes: soy un
tío muy cronológico.
1 comentario:
He de ser crítico en cuanto a la historia esta vez... Sinceramente, me las veía muy bien intuyendo cómo la iba a liar Antón con la vecina celebrando la victoria de España en la fuente. Me hubiese resultado mucho más interesante que lo que le pasó al abuelo.
Exijo que Antón se atreva de una vez con su vecina, aunque sea un inquisidor social de sus relaciones.
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